Anciana y niña

En este océano, en este "maremagnum" de sensaciones, un bulle-bulle interior, una opresión muy grande en mi pecho.
Deseo tanto amar y ser amada. No he sido correspondida, amante sí, amada no.
Me mareo, me rompo en mil pedazos, entre subir y bajar, avanzar y volver, querer y no querer, pena mucha pena.
Y no eres tú sino yo, la que se queda aquí dentro de mí.
Brilla la luna. Llena de luz azul-plata mi piel.
Cierro mis ojos deseo llenarme de esa luz. Esa luz que invade mis entrañas, quiero que se expanda, que me recorra entera y me llene, me libere.
Está dentro de mí, siento que avanza en círculos concéntricos, choca contra mi pecho y no es capaz de seguir. Es como si otra negara el avance, como si alguien con sus manos bloqueara el paso.
Mis ojos se inundan de lágrimas. Mi cabeza, como si de un embalse se tratase, libera a través de mis ojos, ríos de agua, aliviando la tensión, una tensión que me está ahogando.
Esta fuerza negativa es mala y egoísta, conoce mi punto débil y deriva la luz hacia el fondo, llenándome de sensualidad y de deseo, mi sexo está invadido por el calor de esta luz.
Mi mente se desconcierta.
Concentrarme de nuevo en esta luz azul-plata, más clara por momentos, debe avanzar hacia mi cabeza, sobrepasar mi pecho.
Me mareo, la boca se inunda de saliva, no doy tragado, me ahogo, acompaño la respiración suave, tranquila, no hay prisa, respira….
No quiero, no quiero, me da miedo…
Una anciana sabia coge de su mano a una niña temerosa, inocente y hermosa.
Confía en mí mi niña, confía en mí.