Frivolidad trascendente

"Alegoría de la Lujuria" BRONZINO

Acomodada en trascender a las emociones que le regalaba la vista, dejaba en un apartado muy oculto, sin llegar a tocarlo, las sensaciones que le producían su propio cuerpo.

Se decidió, sí, quería escribirle una carta contándole todo lo que su cuerpo le gritaba por dentro

Amor,

el deseo de tenerte cerca, pero realmente cerca, dentro de mi misma, es bastante difícil de explicar.
Sí; es difícil definir cómo quiero que tus manos se fundan dentro de mi piel, cómo deseo comer los despojos de lo que luego del movimiento queda del cuerpo.

Meterlo en mi boca, acariciarlo, desearlo y sobre todo, tenerlo. Tenerlo entre las piernas, entre los dedos, entre los dientes. En la punta de la lengua. En la garganta. Gritarlo, gemirlo, amarlo, gozarlo. Sacarlo. Exorcizarlo de mí. Y volver a jugar contigo. A deslizar mi lengua entre tus piernas, entre tus entrañas. Acariciar el extremo límite entre la dulzura y la acidez. Tragarlo.

Dejar que me manejes como si tuvieras hilos de seda, o cuerdas que me mueven a tu compás, a tu ritmo. Hacer que me penetres más, empujarte para que regreses. Atormentarte con cosquillas, con besos, con lamidas. Uñas. Garras. Besos. Todo.

Tomo las riendas y me monto en tu cintura. En tus brazos encuentro todo el balance necesario para sentirla toda adentro. Y me dejo, me dejo caer bajo tu pecho. Me dejo excitar con los dedos húmedos de mi propio éxtasis en la boca, me dejo amasar cada milímetro. Y me corro. Aprieto, presiono, muerdo. Pero despacito. Te pido lo que quiero.

Y acabo… acabo de confirmar que cada día lo quiero más…