Zubiri - Cizur Menor
22 de septiembre de 2004
Muy pocas notas hoy en mi diario...
Estoy destrozada, dolores musculares, en cada músculo de mis piernas.
Unas "agüjetas" tremendas, nada más paraba y volvía a comenzar a caminar.Y las bajadas, lo peor. Es un camino fácil el que transcurre entre Zubiri y Cizur Menor, son 26 km, pero hemos invertido muchas horas en Pamplona, mucha calor durante todo el día.
Estoy muy cansada son las ocho de la tarde y desde las siete y media de la mañana, no hemos parado, un ritmo lento, pero hay que cruzar Pamplona, y entre visitar la ciudad, comprar comida, esperar por las compañeras, hemos llegado al albergue de Cizur Menor tarde....demasiado tarde para recuperar estos pies que han soportado todo el peso de la mochila y el mío propio. Lo peor ya no son los dolores musculares, es el dolor de pies.
Cizur Menor es un enclave precioso. Se puede albergar en el Castillo de la Orden de Malta -la próxima vez que haga el camino, intentaré llegar a tiempo para conseguir plaza en este albergue-. Me llama la atención poder dormir dentro de este castillo. La iglesia de los San Juanistas es también muy interesante, muy bella la vista. Helena y yo hemos decidido antes de dormir tomarnos unos vinos de la tierra y cenar en un restaurante, nos lo merecemos -jajaja, llegamos a las habitaciones con unas ganas de fiesta, pero hay que dormir, ya son las diez y media y nos riñen si hacemos ruido-.
Nos hemos instalado en un albergue privado que está bastante bien, su hospitalera se llama Maribel. Ella me enseñó a curar las ampollas correctamente.
Sí, debido a que me dolían las piernas al descender, apoyaba incorrectamente el pie y se han formado unas vegijas en la parte interna del talón.
Dice ella que retirando el líquido con un jeringuilla y desinfectando correctamente, a la mañana siguiente podré seguir caminando.
9 comentarios:
Tu camino no se terminó. Sigues caminando por mi mente y mis pensamientos. Eres una peregrina nata.
Un beso.
Me gusta cómo lo cuentas.
Hay una tela adhesiva que se usa, que es microporosa (microphore 3M) y si no un buen parche con cualquier tela adhesiva, y un poquito de crema en la ampolla, para que no se pegue.
Banditas (band -aid)no sirven porque se desprenden.
Uf , vale la pena el comentario, las ampollas son insoportables.
Después de la experiencia que he tenido en este viaje, se puede decir que tengo un master en cura de ampollas.. os lo aseguro jajajaj
pero no adelantaré acontecimientos.
Azul, Magda, Reuben, todos vuestros consejos son adecuados. Pero también lo que a uno le funciona bien, al otro no le va igual de bien. Lo descubrí caminando y me encanta ir contándolo día a día, tal y cómo se desarrolló. El aprendizaje que me dió el camino se ha basado en la experiencia diaria.
Gracias por vuestra compañía.
Dugongo una de las cosas que más me gusta es caminar ;-)
Scape...graciñas
Gracias Rosa linda.. Besos
Qué recuerdos me traes a la mente, durante el mes de agosto y algunos días de septiembre yo estuve enseñando la Iglesia de los Sanjuanistas de Cizur Menor, estuve trabajando allí como guía.
Para poder dormir en la Iglesia de la Orden de Malta tienen que estar los dos albergues llenos. Sí no, no se puede.
Hola a todos, soy Helena, la peregrina que aparece en el relato, compañera de todo tipo de aventuras en varias etapas con Guadapule. Guapa, nunca te olvidaré ni a ti ni a ese Camino, te llevo en mi corazón como hierro forjado en la piel. Te quiero mucho
HELENA
Nos levantamos muy temprano para iniciar la marcha. Al llegar a Larrasoaña, nos detuvimos en el Ayuntamiento de la localidad, donde el alcalde nos acogió calurosamente y nos entregó una cinta amarilla con la vieira de Santiago dibujada para que la colocaramos en la mochila. Todo un detalle por su parte. Desayunamos en este pueblecito en un bar en el que el dueño se empeñó de forma un tanto obsesiva en darnos de comer una barra enorme de pan. Recuerdo que pasamos calor en nuestro recorrido a Cizur Menor. Perdimos de vista durante un tiempo a Cristina y Heloísa, se quedaron atrás porque Guada y yo caminábamos a un ritmo más rápido que ellas. Recuerdo que al llegar a Pamplona, un peregrino hizo mención a su hija del bueno ritmo que llevábamos las dos, enérgico y constante. Entramos en la ciudad cantando. Lo importante durante la ruta es no hacer demasiadas paradas, las justas para reponer energía y descansar un poco. Las articulaciones se enfrían con cada parada y reanudar la marcha supone entonces una auténtica tortura china. También es importante no ingerir alimentos pesados durante la marcha. Recomiendo hacer alguna que otra paradita en los pueblos para tomar algo ligero (así también puedes hablar con las gentes de los pueblos), salir temprano (aunque sin pasarse) del albergue y comer "de verdad" en el punto de destino de la etapa. Así se puede dedicar la tarde a visitar el pueblo elegido para pasar la noche, conocer a sus gentes, disfrutar de una buena ducha, elegir cama, y cenar en el albergue en compañía de otros peregrinos o en un restaurante y probar lo típico del lugar. Estuvimos varias horas en Pamplona, quizás demasiadas. Heloísa y Cristina decidieron quedarse más tiempo en la ciudad, pero Guada y yo optamos por continuar el camino hasta Cizur Menor. Temíamos quedarnos sin albergue, se estaba haciendo tarde. Recuerdo que nos costó bastante salir de Pamplona y decidimos huir de la gran urbe y refugiarnos en Cizur, donde, según mi maravilloso libro (editorial El País/Aguilar), nos aguardaba un precioso castillo de la Orden de Malta donde se podía pernoctar. Recuerdo una visión maravillosa de esta fortaleza al subir por la cuesta que va de Pamplona a Cizur Menor. Se divisaba a lo lejos el flamante fuerte, sobre el que ondeaba la famosa y preciosa cruz de la orden. Nos hicimos varias fotos con el castillo y la bandera de fondo, pero finalmente nos tuvimos que buscar refugio en otro albergue, y acabamos dejando nuestras mochilas en el refugio privado de Maribel, un lugar muy agradable y limpio. Nos duchamos nada más dejar las mochilas en la habitación y Maribel nos enseñó a curar las ampollas. Guada tenía los pies destrozados aquel día... en cambio yo sólo tenía una ampolla y no me molestaba demasiado. Maribel introdujo una jeringuilla de diabético en la ampolla para retirar el líquido y luego desinfectó la zona. Esa noche Guada y yo cenamos en el albergue, mientras que Cristina y Heloísa lo hicieron en un restaurante. En el comedor del albergue conocimos a nuestro amigo de Barcelona, un hombre encantador de unos 50 años aproximadamente, que en principio sólo pretendía caminar unos cuantos días por la Ruta Jacobea. Me acuerdo perfectamente de que llamó a su mujer delante de nosotras para comentarle que se iba a quedar unos días más de lo previsto porque le estaba gustando la experiencia. Más tarde supe por Guada que llegó a Santiago... y es que el Camiño "engancha", vaya si engancha... Esa noche nos lo pasamos muy bien. Guada y yo no dejábamos de reir. Para no molestar a los demás peregrinos y como teníamos ganas de "marcha", decididmos dar una vuelta por la noche por el pueblo y tomarnos unos vinitos en el restaurante en el que estaban nuestras compañeras. Lo pasamos realmente bien ese día, brindamos por nosotras. Aquella noche dormí como una auténtica reina.
Esta etapa también fue dura por el tremendo calor (eso que salimos a las 6,20H). Todo cerrado, ni un maldito bar donde tomar un café. En Akerreta han inaugurado un hostal donde preguntamos al encargado que se cruzó de brazos frente a la puerta y negando repetidamente con la cabeza y con una mirada fría insistió en que allí no había esas cosas. Puff. Me gustó el puente de entrada a Villaba, los huevos fritos con jamón que me comí en la Sociedad Villabesa y no me gustó nada el resto del pueblo, ni Burlada, ni el agobiante sol hasta una Pamplona que te recibe por su lado medieval, con esas impresionantes murallas, puente levadizo y barrio de Jarauta, “marginal” ahora. Otra dura etapa. Pero sigo encantado con este comienzo.
MiradaLleno de besos tus pies ya curados (si están heridos, también).
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