Eran cerca de las cuatro de la tarde. En aquella cafetería aparecían ante mis ojos tres hombres de gafas.
- ¿Cuál sería? ¿Cuál de los tres hombres? - pensaba, mientras algo nerviosa sorbía el café.
Uno de ellos estaba en la barra, de espaldas, medio girado a mí, no me podía mirar, y quedamos en que él me conocería por mi mirada. Tenía un anillo de casado, y no me parecía nada intelectual su estilo.
El segundo estaba acompañado de una señora, no creía que pudiese ser él, aunque todo podía ser porque de edades no habíamos hablado. Ni él sabía mi edad ni yo la suya. En realidad no sabía nada de él, sólo que la conversación me agradaba, me interesaba lo que planteaba y me transmitía una cercanía especial, por tanto me dejé guiar por mis sentidos y acepté conocerlo.
Allí estaba, unos minutos antes de la hora, era mi primera cita a ciegas, me sentía con los nervios de una colegiala, recordaba que era una sensación similar a la que tienes cuando quedas con el chico que te gusta por primera vez. Una tontería en parte, porque mi propósito era acompañar el café con una charla amena, conocer una persona con la que en esa tarde compartiríamos risas y una buena conversación, así de sencillo, así de perfecto y todo lo envolvía un halo de misterio, que me producía una sensación agradable, nada de desconfianza o desasosiego.
Entonces me fijé en un hombre que se encontraba justo en la recepción, no miraba en dirección a las mesas, lo veía de perfil mirando para la entrada de la cafetería, una sensación de intuición me recorrió el cuerpo, ¡es él! –me dije, seguro que es él. Pero aún así me quedé más tiempo mirándolo, esperando que él se diera cuenta de que lo miraba, tuve oportunidad de observarlo, me gustaba su serenidad. Por mi cabeza pasaron cantidad de frases para decirle, todas me parecían absurdas, me tranquilicé, no generaría expectativas de ningún tipo, con ello sólo conseguiría ponerme nerviosa.
Pasaban unos minutos de las cuatro, era el momento de acercarme a él, no cabía esperar, sería una tontería hacerlo, por tanto me acerqué despacio y con una sonrisa lo miré, tenía pensando hablarle pero no me salió ni una sola palabra porque en ese momento que estaba delante de sus ojos, él se puso en pie con una gran sonrisa y se presentó dándome dos besos en las mejillas mientras con su mano tocaba mi hombro.
12 comentarios:
Muy "enganchante", muy bien escrito.
Tengo curiosidad, eso si, por saber còmo es el "estilo intelectual"? En qué se notaba que el casado de la barra no era un intelectual?
Un besazo.
los nervios de la primera cita??
Un saludo
Zen-cerro, se notaba en como pasaba las hojas del periódico ;-) y en que usaba más el raciocinio que el intelecto.
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Sigue la buskeda, seguiré con esta historia, se me ocurren cantidad de posibilidades ¿os parece?
¿Basado en hechos reales?
Conque leia un periodico? Y dices que era la edicion no reducida de Die Welt...ya, ya, ahora entiendo.
Me parece una idea optima que sigas con la historia...vivan los seriales blog!!. Por cierto, el nuestro promete ser un poco mas serio a partir de la proxima entrega
Mmmmmmmmmmm, a ver yo si me voy a enamorar al final del intelectual... Abrazos varios...
Mmmmm, que nerviosismo, si hasta me papalotearon mariposas en la panza, como si fuera yo la que esperaba a ese ser tán masculinamente esperado.
Es interesante tener una cita a ciegas nO?...Mirada, me había olvidado decirte que tu blog ha quedado muy lindo con los cambios que le has hecho... Hermoso, felicidades
Al final fue una presentanción sencilla, la sencillez siempre gana. Esperaremos a ver como sigue la historia.Un beso.
Scape, soy un intento de ... ;-) Un abrazo enorme
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Juanra y también la naturalidad :-)
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LLuvia, mil gracias preciosa. Besos
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Zen-cerro, ahora se me acumulan las historias para contar, tengo pendiente la aventura del camino. Besos
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Iván, :-) gracias. Bienvenido
He intentado dejarte mensajes, y al pinchar me decía que no se podía encontraba el blog que yo buscaba... Esta tecnología a veces anda más perdida que nosotros.
Aprovecharé, ya que hoy me deja, para dejarte mis saludos, y decirte que sigas, o no sigas la historia, me gusta el punto en el que la has dejado en este post. Es cómo el triunfo de un personaje que a mí siempre me habla, pero a veces no hago caso -mal para mí- que es la señora intuición. Sabia señora.
Besos.
__Berenice__
Hola Mirada :-)
Hace días que no me dejaba comentar :(
Espero te animes a seguir con la historia, que me ha dejado con ganas de más :)
¿Qué pasará proximamente?
Un beso y saludos!
Corazón...
Un relato muy chulo. Me gustaría que coincidiéramos en un café sin saber que el otro está allí, para ver si nos reconocíamos y cómo reaccinábamos...
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