Frente al mar

Salimos a pasear por la ciudad. La tarde de primavera se mostraba agradable en temperatura, un radiante sol, una brisa cálida y un mar azul. Se apetecía una cerveza, nos sentamos en la terraza de una cervecería al lado del mar, pasaban las horas frenéticamente hablando y riendo. Hablando de nuestro presente en esta tarde, en lo que pasábamos nuestras horas diariamente, nunca pensé que un tema tan sencillo pudiese ser tan entrenido. Me levanté para ir al baño, habían pasado tres horas en cinco minutos, cuando regresé me encontré que ya le era muy tarde, aquí había acabado esta entretenida cita. Pensé horrorizada que se debió de aburrir bastante, y yo que estaba tan encantada, en fin, que le vamos a hacer, tocaba irse a casa después de una despedida fria. No sabía cómo localizarme. Me marché un poco decepcionada y decidí ponerme a chatear, para hablar de otros temas y así pensar en otra cosa. En poco tiempo apareció una persona, era él, me había encontrado y quería quedar para cenar. Cuando nos encontramos por segunda vez en ese día no hacíamos más que reirnos de las causalidades, una noche muy amena y entretenida, entre confidencias y miradas. Una noche excitante porque había un reto planteado, ninguno de los dos buscábamos en esta cita una relación sexual, los dos pretendíamos compartir una conversación para mantener una sincera amistad, una sincera compañía, le prometí que haría lo posible porque llegase a casa "sano y salvo".
Frente al mar nos quedamos mirándonos, frente al mar no queríamos ninguno de los dos irnos a dormir, frente al mar se acerco a mí, escuchaba el arrullo del mar y el látido de mi corazón cuando toco mis labios con los suyos, cuando me besó me uní al ritmo de su cuerpo, sentía como se estremecía, sentía su cuerpo muy cerca del mío, su lengua enrollándose en la mía, una lengua tersa, una boca suave y poderosa a la vez envolvía la mía, y mi boca y mis labios no querían separarse de los suyos. El sabor de sus besos sigue en mi boca. La frescura de su saliva y la calidez de su lengua.
Nos despedimos sin quererlo allí frente al nocturno mar.
Al llegar a mi casa, antes de dormirme le envié un mensaje de texto, le agradecía el día tan maravilloso que había pasado con él y le confirmé que había ganado la apuesta, le dejé "sano y salvo".
Con esa frase nos unimos en la distancia. Con esa frase se encendió una chispa de pasión desenfrenada, de sueños y de fantasías anheladas por los dos. Sin pretenderlo ni buscarlo había encontrado el potenciador de mis sueños eróticos. La persona que despierta en mí la pasión. Una pasión que me envuelve en un sentir inmenso, que circula por mi sangre, que me mantiene en un continuo éxtasis y todo a través de su magia. Su magia con las letras, su magia en mi mente.