22 enero 2008

Texto bitácora



Mi diario de emociones no tiene más razón de ser que la de anotar, señalar las emociones que me hacen sentir que estoy viva.
Hoy me siento un poco rabiosa, bastante cabreada. Terriblemente celosa. Y no lo soporto. No te soporto, me pareces un hipócrita, un embaucador, un alma cobarde. No eres merecedor. Nunca más. Quiero que mueras para mí como yo he muerto para tí.

6 comentarios:

Fernando dijo...

en ese dolor espero que tengas la suficiente capacidad de ánimo...no suele ser suficiente desear algo para que pase...desde aquí un beso, un abrazo, una caricia...

ybris dijo...

Quede anotada tu rabia hoy.
Ojalá con ello te sea más llevadera.
Como todo aquello difícil a lo que nos enfrentamos valerosamente.

Un beso

Anónimo dijo...

Triste y terrible.
Hoy todos sentimos tu rabia.

Anónimo dijo...

La rabia es un sentimiento mas…es parte de nosotros, de nuestros momentos amargos…nos hace sabernos vivos aun sintiéndonos muertos…pero el agua sabe arrastrar las emociones baldías, restañar la piel y limpiar la mirada de las desdichas que atenazan el caudal de los ojos…de tus ojos.
Tu diario sabrá llenarse de latidos que descubran nuevos horizontes.
Un beso

Diego dijo...

Siento tus emociones en mi piel.

Besos


Diego

ana p. dijo...

Cabalgo sobre tu lomo
con la melena latigando el aire.
Tomada por la fuerza invisible
que marca la agitación del movimiento.
Inconsciente de la posesión de mi cuerpo,
farfullo que soy yo la rienda,
la senda, la que manda.
Cuando arrebatada, me veo desde afuera,
cuento los fuegos que me incendian
y la incapacidad de apagarlos con mi agua.
Tras el camino andado, me siento a respirar,
anoto en mi cuaderno las paradas del viaje,
y no son metas: tan sólo instantes en los que detengo
el caminar insolente de la furia que,
por momentos, se adueña de mi mente.
Sin espacio, sin lugar, sin reconocimiento,
mi enfado se esconde en los pliegues
del segundero del reloj que hace andar el calendario.
Juega a las escondidas en mi interior,
permitiendo que saboree la calma, ilusión de partida,
del que observa el juego esperando a que lo encuentren.
Sin prisas calcula mis movimientos, prevé mis vacilaciones,
estudia el tiempo preciso y se hace visible.
Esta lucha interminable acaba por agotarme.
Ahora espero su próxima abatida,
para cercarle en un abrazo y haceme su amiga.
Sé que ta sólo así podré liberarme.

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