Al sureste

"La mirada sueño" Jorgelina Imhoff

Se encontraba con ella. Mañana llegaría a su lado. No sabía que inventar, no sabía como cumplir con sus expectativas, las propias, tantos sueños inventados. No sabía. Tenía que pensar y rápido. Se encontrarían en la nacional, así sin más, en la nacional. Un punto en el sureste. No, un beso, no. Gusta de las emociones, las sorpresas inesperadas, los misterios, todo lo nuevo le apasiona. Seguro que la sorprendo. Actúo para ella, llegamos a la estación de servicio, le indico que se baje del coche, entraremos en el mío.
Sin tocarle, sólo mirándose, subirá su falda.
De frente a ella, me gusta mirarle, con delicadeza le hablaré en su oído. Sin tocarle, si me toca, volveré a comenzar el juego. Este juego que nos lleva a adentrarnos en un torbellino de pasiones incontroladas, perdemos la sensación de realidad, nos embullimos en un trance de placer.
Quiero sentir como ella no se aguanta sin poder tocar mis labios con los suyos, sin poder acariciar la piel de mis piernas, buscando llegar al estandarte que tanto adora amasar con sus labios, abrigar con sus manos, recorrerlo con su lengua, inundándolo de la humedad de su boca. Esos tersos labios recorriéndome, húmedos por la saliva, tersos por el interés y saber que les dedica, especialmente, para adorarme con sus caricias labiales.
Así haré, no la tocaré, no me tocará. Tendrá que ser con las propias caricias de cada uno en uno mismo. Tendrá que ser así. Esta vez será así.
Miro su cuerpo desnudo mientras recorro con mi mano mi pecho, retorciendo minusculamente mis pezones, veo el deseo en sus ojos, morderlos, eso quiere, mordisquearlos y lamerlos. Me sigue, sigue mis movimientos en su propio cuerpo como si yo fuese el espejo, adoro verla. Mi boca se llena de saliva, se inunda, la recoje con su lengua, sólo esto le dejo hacer, sólo esto. Es una fiera, como le permita un poco más, me comera entero, se derrite de deseo. Veo su sexo desde esta perspectiva, abierto, tan bello, un hilo de flujo se vierte. Una bella imagen que deseo beberme, empaparme de ella, el tacto me entra por la mirada, el olor me envuelve, me transporta. Agarro con majestuosidad mi sexo buscando el éxtasis de este placer que me invade desde dentro para compartirlo con ella: mi musa, mi diosa, mi todo...