Vigía de la pena

"The Oath Taker" MICHAEL SPROUSE

No sé que me llevó a esa orilla. Aquel día absorta en mis pensamientos como es habitual en mí, me quedé allí sin moverme mirando al mar. Un mar bravío. Un mar revuelto. Y entre la espuma que cubría mis pies apareció una botella. El mar la escupió con desdén. La primera vez que me sucedía y maldita sea la hora. Mi mundo de belleza fantástica, de sueños amorosos, de creencias románticas se desvanecía al igual que arena fina entre mis dedos. En esa botella encontré una declaración que me transportó a otro mundo desconocido, un mundo oscuro que invadía el mío como si de una espesa niebla se tratase, me invadía de negra inestabilidad, de un incontenido desencuentro interior.

"Acepté ese trabajo por necesidad económica. No aparentaba ninguna dificultad. Me recomendaron que lo aceptase, me vendría muy bien para ganarme un dinero y dispondría de muchas horas al día para dedicarme a mi vocación. Mi único deseo era y sigue siendo poder vivir del arte que amo con pasión, la escritura.
Desde aquel aparato accedía a un mundo lleno de soledades, lleno de maltratos, de disfunciones emocionales. Mi trabajo consistía en clavarlas, en engancharlas a mí, esas mujeres perdían su orgullo, su estima y su dinero. Mi voz era mi arma fundamental e hilando perversamente las palabras follaba sus mentes.
Palabras rebosantes de estimulación sexual, acariciaba con mis palabras sus lenguas.
Morreando sus labios, magreando sus nalgas. Descendía con ellas a los infiernos, para ascenderlas de nuevo a los cielos, muy especialmente con todas y con ninguna a la vez. Tan sólo pensaba en mí mismo. Noches eternas, noches sin fin, noches al fin y al cabo.
Recuerdo profundamente una de ellas. Me provocaba saber que al otro lado eran sus dedos y no los míos los que acariciaban su cuerpo. Los que se metían dentro de ella y no los míos. Era una desesperación llevada a unos límites horrorosos sentir como se penetraba, como se revolvía de placer. Esos chillidos dentro de mi cabeza, todavía los recuerdo. Me desesperaba no poder corresponder. Deliciosas horas de silencios, gemidos y caricias me alegaba. Calificación llena de mentiras y horrores. Dejaban de comer para pagarse mis palabras, para pagarse mi voz. Mi puta voz.
Lengua que juguetea con sus labios, los moja. Mis labios rozan y besan los suyos. Veo el escorzo de su cuerpo tumbado, quiero subir encima de ella, siento mi propia excitación. Beso su empeine y mis manos acarician sus piernas. Se pone boca abajo y lamo sus gemelos, el hueco de sus rodillas, con sus pies acaricia mis huevos. La abro con los dedos y me lanzó como un sádico a lamer de su fuente. Lo inundo de saliva. Mi lengua lo perfora dura, entrando con violencia. La saliva fluye fuida hacia su ano. Abro sus nalgas con las manos. El ano se dilata y mi lengua lo atraviesa. Es una serpiente en él. Mi cuerpo desprende mucha calor. Lo sientes, te siento y mi lengua es fresca, la sientes, la rozas. Ciñete a mi. Aquí mando yo.
Bañado en sangre, fria sensación, eyaculación, sangre, mi mente despierta del sueño bañada en sangre. Follaba sus mentes. Las clavaba a mí, las dejaba sin dinero. Eyaculaba sangre."