La península

Desde aquí puedo oler salitre mezclado con residuos de la metalúrgica, con el gasóleo de las embarcaciones y el olor característico del fango de cien años...
Sino fuera por la sal, no sería olor a mar, sino fuese por los distintos peces, por los distintos crustáceos, no sería olor a mar.
Siento en mi piel la brisa, escucho el agua golpear en las gamelas, golpearse al llegar a la orilla. Cierro mis ojos, la marea está bajando y todo se siente más tranquilo, llega la noche, la luna me acompaña, en este pequeño pueblo pesquero todo el mundo duerme para madrugar.
Me gusta la noche, cerrar mis ojos y prestar atención a mi oido, llegan ruiditos de aves que anidan en una pequeña península, muy cerca...Una península hecha por ellas y para ellas.